Gracias a
nuestros compatriotas que no dejaron de trabajar, crear, innovar y aprender
durante la cuarentena ni la semana santa.
Gratitud a los trabajadores
de blanco, médicos, paramédicos y personal de servicio de los hospitales y
centros de atención de la salud.
Gratitud a los policías,
militares, fiscales y autoridades territoriales que están dando apoyo logístico de control y albergues
transitorios para viabilizar el cumplimiento del aislamiento social sin
incidentes.
Gratitud a
funcionarios y funcionarias del sector público
y privado que están trabajando sin descanso para ampliar una red de
protección social que asegure que la ayuda financiera y económica llegue
efectivamente a quienes tiene que llegar y no se conviertan en bolsones de
latrocinio.
Gracias a los que sostienen el funcionamiento de los servicios públicos de
gestión pública y privada, que hacen posible que desde nuestros hogares nos
sigamos comunicando, abasteciendo y trabajando.
Gratitud a los
maestros, docentes, directores, supervisores que nunca dejaron de trabajar y
están haciendo un esfuerzo formidable de aprendizaje y manejo de nuevas
tecnologías, para desarrollar e impartir clases de una forma antes casi
impensada, para atender las consultas de alumnos, de madres y padres y que se
hacen de tiempo para repartir víveres, fabricar tapabocas
y ofrecerse de voluntarios al MEC para incorporar estos aprendizajes de TICs a
la gestión educativa al momento del retorno al aula.
Gracias las madres, padres, tutores, hermanas y
hermanos mayores que aprendieron a aprender, a jugar, a crear, a inventar y a
soñar con los más pequeños y trasladaron sus conocimientos de redes sociales al
manejo de plataformas remotas de aprendizaje.
Gracias a
nuestras familias que aprendieron a convivir en armonía durante la cuarentena,
a conocerse mejor, a valorarse más, a controlar las emociones, a ayudarse, a
aislarse sin olvidarse, y a protegerse unos a otros.
Gratitud a
las comunidades que a pesar de la falta de recursos aprendieron a apoyarse con ollas
solidarias y a gestionar la escasez con sabiduría.
Gratitud a
la gente solidaria que se ingenió para fabricar tapabocas, batas, protectores y
a los que están reparando aparatos sanitarios y construyendo hospitales en
tiempo récord.
Gratitud a
los comunicadores que están aprendiendo que la noticia que construye también vende, que buscar la armonía no es perder espíritu crítico, que
informar es formar y formarse.
Gracias a
los trabajadores, desde los gerentes hasta los repartidores, que nos aseguraron y
nos llevaron a nuestras casas el
alimento y la medicina. A los recolectores y recicladores que, aun trabajando a
medias, mantuvieron nuestros vecindarios limpios de basura. A los productores
rurales que trabajan por nuestra seguridad alimentaria y por nuestra
sostenibilidad económica.
Gratitud a los
empresarios y emprendedores, pequeños, medianos y grandes, que aprovecharon
este tiempo para innovar, en procesos, en bioseguridad laboral, en uso de
tecnologías, en producción y servicios a distancia, en nuevos productos y
servicios, en nuevas formas de relacionamiento con el cliente.
Gracias a nuestros gobernantes
que aprendieron que el liderazgo es humildad, inteligencia, responsabilidad y
trabajo de equipo y que demostraron que es falso el dilema entre salvar vidas y
salvar la economía, adoptando medidas acertadas y conducentes para contener el
contagio, sostener el ingreso y mantener la circulación de bienes y servicios
en un punto en que no produzca ni desabastecimiento ni hacinamiento.
Gratitud a nuestros
anteriores gobernantes que nos dejaron una economía sana, integrada al mundo,
que nos permite hoy tener la flexibilidad suficiente para aplanar la curva de
la pandemia al mismo tiempo que aplanar la curva de la recesión aprovechando la credibilidad internacional que
hemos conquistado.
Gratitud también
a los inadaptados que trataron de quebrar la cuarentena, burlar controles, pasarse
de avivados con las ayudas, destruir refugios, asesinar a su propia familia, sembrar
miedo, zozobra y desconfianza. Gratitud porque, aun siendo pocos, están allí para
recordarnos que todavía tenemos mucho que hacer para construir una sociedad
armónica.
Gratitud a
todos los habitantes de este hermoso país que hemos aprendido a reconocer más NUESTRAS
CAPACIDADES, NUESTROS VALORES, NUESTROS ACIERTOS Y NUESTROS ERRORES y a envidiar menos los SISTEMAS ECONÓMICOS,
SANITARIOS y POLÍTICOS que creíamos perfectos y que hoy tambalean y se quiebran
ante la pandemia.
Robustecidos
y agradecidos por estas semanas de aprendizaje, renovemos la esperanza de que
esta PASCUA sea un paso a través del mar de la inseguridad que nos rodea, hacia
una nueva oportunidad de construir desde nuestras familias un PARAGUAY más
armónico e integrado hacia adentro y hacia afuera, con instituciones transformadas
y fortalecidas, sin olvidar nunca que después de la pascua hebrea vinieron 40
años de esfuerzo en el desierto para lograr por fin la tierra prometida. Que en
nuestro caso no sean tantos. Para acortarlos tenemos que reducir la confusión y
redoblar el esfuerzo.
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